Desde que se publicó el el primer tráiler el año pasado, llevamos alucinando con el realismo de ‘Flight Simulator 2020‘ y por fin hemos tenido ocasión de ponernos las gafas de aviador, subirnos a la cabina y pilotar un Boeing 747.
Antes de nada, cabe destacar que hemos jugado a una versión en desarrollo, no a la versión final. ¿Qué quiere decir eso? Que es posible que algunos elementos del juego cambien en la versión final que llegará el próximo 18 de agosto. Sea como fuere, y salvando un par de glitches gráficos que hemos tenido durante la prueba, el rendimiento del juego es sobresaliente y la experiencia es, en pocas palabras, exquisita. Sin más dilación, comenzamos.
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Requisitos de ‘Flight Simulator 2020’
Conviene, antes de proceder a hablar del juego en sí, abordar los requisitos mínimos del título, porque Flight Simulator es un juego que debe y merece ser jugado en la máxima calidad posible, y para eso es necesario un equipo solvente. Bastante, de hecho. Lo ideal es jugarlo con los requisitos ideales, valga la redundancia, y no es que sean precisamente bajos.
Para correr ‘Flight Simulator 2020’ en su máximo esplendor es necesario un AMD Ryzen 7 2700X o Intel Core i7 9800X, 32 GB de memoria RAM, una gráfica NVIDIA RTX 2080 o AMD Radeon VII, una conexión a Internet de 50 Mbps y 150 Gbps de almacenamiento SSD.
Yo he jugado en mi propio ordenador, que tiene 32 GB de memoria RAM DDR4 3.200 MHz, un Ryzen 5 3600 y una AMD Radeon RX 5700 XT Mech Oc, suficiente para jugarlo en calidad ultra a 60 FPS. Más información sobre el resto del equipo en este enlace.
A esto deberíamos añadir los periféricos adecuados. Se puede jugar con teclado y ratón, sin duda, pero la experiencia dista mucho de la que se puede conseguir con un yoke dedicado y unos rudder pendulares. Nosotros hemos jugado con los Thrustmaster TPR (499,99 euros), los Logitech G Flight Simulator Yoke (165 euros) y los Alpha Flight Controls (249 euros), todos ellos cedidos por las correspondientes compañías. No son necesarios, pero jugar con y sin ellos es como la noche y el día. Son periféricos que hemos disfrutado mucho y que, a título personal, si sois aficionados a estos simuladores, recomiendo encarecidamente. Dicho esto, vamos a volar.
Me siento preparado para volar un Boeing 747 (más o menos)
Lo primero que llama la atención de ‘Flight Simulator 2020’ es su complejidad. Por lo general, cuando pruebo un juego me gusta hacer el tutorial para saber a qué me enfrento, pero esta vez decidí que, siendo un simulador de vuelo tan complejo, quizá sería interesante ver el antes y el después de hacer el tutorial, así que me lancé de cabeza a hacer un vuelo Madrid-Barcelona. ¿Resultado? Un avión parado que no supe despegar. La intuición y la costumbre te dicen que con W aceleras y con S frenas, pero nada más lejos de la realidad. Y ahí reside la magia.
‘Flight Simulator 2020’, según nos han explicado desde el estudio, recrea a la perfección las cabinas de los aviones, sus sistemas de control y sus físicas. No vas a volar un avión si antes no has hecho todos los procesos pertinentes, y eso es algo que vas a aprender con la práctica. Otra opción es usar la opción “Checklist”, que te muestra los pasos que debes seguir antes y durante el despegue para poner el avión en marcha. Esta irá iluminando los controles que debemos clicar para activarlos y, sobre todo al principio, recomiendo usarla. Puedes completar todos los pasos automáticamente si quieres volar y ya, pero lo divertido es saber encender y pilotar cada avión.
A eso, de nuevo, aprenderemos con la práctica. Hay un tutorial con ocho guías que nos enseñará a pilotar una avioneta Cessna 152, pero no hay un tutorial específico para los 20 aviones que hay en la edición estándar. Cada uno tiene su cabina, sus sistemas de control, sus pasos a seguir y sus protocolos, y os puedo asegurar que encender una avioneta Cessna es mucho, pero que mucho más sencillo y corto que encender un Boeing 747 o un Airbus A320neo. Pero cuando lo consigues, la sensación es espectacular.
Los tutoriales son bastante sencillos de entender. Un instructor ficticio nos va explicando paso a paso todo lo que necesitamos para aprender a volar la avioneta, así como algunos de los factores a tener en cuenta (ángulos máximos al girar, velocidades, flaps, velocidad del viento, compensaciones…). Son técnicos, pero a la vez fáciles de comprender. Me puedo poner yo de ejemplo, sin ir más lejos. Mi experiencia con simuladores de vuelo es nula y he sido capaz de entender los fundamentos del vuelo casi a la primera, aunque reconozco que algunos los he tenido que repetir en alguna que otra ocasión. Se tarda tiempo en completar los ocho tutoriales, pero merece la pena.
El juego, además de permitirnos volar libremente por todo el mundo, nos permite enfrentarnos a retos como aterrizar en zonas complicadas o mientras hace mucho viento
Cuando lo tenemos todo listo, “solo” hay que quitar los frenos, acelerar y elevar el avión tirando del volante hacia detrás (recordamos que nosotros hemos jugado con un simulador). La experiencia es fabulosa. Quizá habría sido mucho mejor jugar con periféricos que vibren, pero lo que hemos podido probar nos ha encantado. Sientes que cada gesto cuenta, que el avión reacciona inmediatamente a tus acciones y que lo hace de forma diferente según el avión que estemos pilotando.
Por ejemplo, manejar una avioneta o un jet es mucho más “frenético” que pilotar un Boeing 747. La avioneta se siente rápida y ofrece menos resistencia a las turbulencias (de esto hablaremos ahora), mientras que el Boeing 747 o el Airbus A320neo se siente pesado, más duro y más cómodo en cierto modo. Los movimientos de la avioneta son más rápidos, más inmediatos, mientras que los del avión son más lentos y reposados. Es como conducir un utilitario y un camión, cada uno da una experiencia.
Hemos probado todos los aviones y en cada uno hemos tenido que aprender los procesos de arranque, hacernos a su movilidad y conocer sus especificaciones. Cada avión se comporta de una forma y está pensado para ciertos trayectos, aunque eso no impide que puedas hacer una ruta China – Nueva York en una avioneta. Otra cosa es que te quedes sin combustible y te acabes estrellando.
Y hablando de estrellarse, no hay explosiones, ni daños visibles ni nada por el estilo. Puedes romper el avión porque estés volando a 360 nudos a 10.000 pies de altura y no hayas recogido el tren de aterrizaje, o puedes estrellarte contra el suelo por un error humano, pero en ningún caso habrá daños. El juego, simplemente, se funde a negro y nos indica que hemos estresado el avión o provocado daños.
Durante el vuelo, el juego puede ser tan movido como aburrido como queramos. El juego nos permite configurar ciertos parámetros del juego, como que la IA gestione las comunicaciones o ejecute ciertas acciones que nos ayuden a mantener el avión en el aire, o podemos dejarlo todo en manual y conseguir una experiencia más realista. Eso supone controlarlo absolutamente todo por nosotros mismos, incluidas comunicaciones con la torre de control, y es algo que no recomendamos hacer salvo que seáis hardcore simmers, en cuyo caso podréis explotar ‘Flight Simulator 2020’ al máximo.
El exquisito cuidado de los detalles
Si por algo destaca ‘Flight Simulator 2020’ es por el exquisito nivel de detalle que tiene. Microsoft ha hecho un trabajo espectacular recreando las cabinas de los aviones, los aviones en sí, las físicas y los paisajes. No es solo que los modelos de los aviones sean hiperrealistas, sino que el mundo del juego es una adaptación casi perfecta de nuestro planeta. Microsoft nos explicó que volando una avioneta Cessna 24 horas al día, siete días a la semana, nos llevaría 14 años recorrer todos los paisajes del simulador.
Microsoft ha usado imágenes satelitales y aéreas para recrear el mundo e inteligencia artificial para construir los más de 1.500 millones de edificios que hay en todo el globo. Actualmente, hay 400 ciudades que han sido recreadas mediante fotogrametría, por lo que son extremadamente fotorrealistas y precisas. Ciudades como París, Nueva York o Londres se ven espectaculares cuando las sobrevolamos, pero es que hasta Córdoba, ciudad en la que vive un servidor, tiene un nivel de detalle que roza lo absurdo. Y sí, reconozco haber sobrevolado mi casa, y sí, está justo donde debería estar y puedo identificar perfectamente mi barrio desde el cielo. Unos cuantos ejemplos hablan mejor que las palabras.
Córdoba (vista de la Mezquita Catedral)
Nueva York (Estatua de la Libertad)
India (Taj Mahal)
Atenas (Partenón)
Pekín (Ciudad Prohibida)
El juego se puede jugar online y offline, y como podemos intuir, con el modo offline tendremos una experiencia peor que jugando online. ¿Por qué? Porque el juego se va actualizando en tiempo real. Pesa unos 80 GB, pero se han usado 2 petabytes de imágenes para recrear el mundo, por lo que jugando online el juego irá descargando imágenes en mayor resolución y será más atractivo de lo que ya es por defecto. Es como nosotros lo hemos jugado. Pero no solo es una cuestión de gráficos.
Aunque al iniciar un vuelo podemos configurar todos y cada uno de los parámetros del mismo, desde la cantidad de combustible que llevamos al tiempo atmosférico y sus características, el juego nos permite jugar con las condiciones climatológicas en tiempo real. Si sales del aeropuerto de Madrid y en Madrid está lloviendo (algo raro en julio, pero por poner un ejemplo), también lloverá en el juego. El tiempo del juego es “el mismo” que en la vida real. Y no es algo estético, sino que afecta a la aeronave y a cómo la controlamos.
Y hablando del tiempo, hay ciertos elementos que merecen la pena ser destacados relacionados con la ambientación. Por un lado, el juego es capaz de recrear la niebla, la contaminación y el impacto de las luces de las ciudades en las nubes. Por ejemplo, digamos que estamos sobrevolando el desierto de Nevada de noche y queremos saber dónde están Las Vegas. Las Vegas es una ciudad con muchas luces y estas se reflejan en las nubes del cielo, así que mirando a nuestro alrededor podemos buscar el reflejo y orientarnos.
Más ejemplos: el color del agua. No es lo mismo sobrevolar una zona marítima rica en corales que el río Tamésis que pasa por Londres. El agua de la primera zona es más azul turquesa, mientras que el agua de la segunda zona es más grisácea. El juego interpreta las condiciones de cada lugar y es capaz de adaptarse para que sintamos que estamos sobrevolándolo, y no que simplemente estamos pasando por encima de una textura estándar. Por no hablar de los reflejos y los diferentes tipos de oleaje, sincronizados perfectamente con el tiempo atmosférico.
Esto es a todo a nivel estético y visual, pero Microsoft ha recreado también las turbulencias. Realmente, los aviones están llenos de puntos de presión que se ven afectados por las variables medioambientales, de forma que si el viento sopla fuerte desde la derecha, el avión se irá moviendo a la izquierda y nos desviará del rumbo. Con las turbulencias pasa algo igual. ‘Flight Simulator 2020’ tiene “microclimas” en función de las zonas, por lo que si volamos por entre unas montañas, sufriremos de unas turbulencias espectaculares si hay mucho viento, mientras que si volamos un día frío y soleado por la mañana, el vuelo será más suave.
Algo similar sucede con los fallos. Las cosas pasan y es posible que durante el vuelo uno de los motores nos deje de funcionar (o que decidamos simular el fallo por nosotros mismos). Si un motor se nos rompe, el avión perderá potencia y tendremos que compensar manualmente el avión. Nunca he tenido ocasión de pilotar un avión al que se le rompe un motor, por suerte, pero la sensación al jugar es que todo cambia. Las físicas cambian, el avión se va hacia un lado y tienes que reaccionar.
A lo que quiero llegar es a que el juego, o simulador, como queramos llamarlo, se siente muy realista, o al menos todo lo realista que puede parecerle a alguien que, como yo, no es piloto profesional. Cuando vuelas con la cámara dentro de la cabina, realmente sientes que estás dentro. Tras haber probado el juego, la cámara de la cabina es la que más “dentro” nos ha hecho sentir, porque todo los medidores se mueven, los botones se iluminan cuando pasa algo y podemos mover la cámara hacia los lados para mirar por la ventana y ver el atardecer o echar un vistazo a la Torre Eiffel.
Si tienes los periféricos adecuados, la experiencia mejora exponencialmente. Puedes mapear los switches, las palancas y los botones de los controladores para que ejecuten las mismas acciones que ejecutarían en un avión real. Es algo más pensado para jugadores más expertos, sin duda, pero hemos jugado con y sin ellos y con ellos la cosa es completamente distinta. Es muy, muy espectacular mapear el motor en las palancas y sentir que conforme las subes, el avión acelera, o mapear el tren de aterrizaje en el botón adecuado, tocarlo y ver cómo comienza a bajar cuando lo pulsamos.
Con esto no quiero decir que no se pueda jugar con teclado y ratón, e incluso con mando si lo quieres para consolas. Es posible y, de hecho, el juego está preparado para ello. Yo, a título personal, me he sentido menos preciso y algo más “torpe” usando el teclado, ya que no ofrece sensibilidades intermedias en los movimientos como las que ofrecen el volante y los pedales. Con un mando seguramente sea mejor, ya que tiene joysticks. Sea como fuere, el juego se puede jugar de cualquiera manera y no es en absoluto necesario hacer una inversión grande en periféricos adicionales.
‘Flight Simulator 2020’, la opinión de gamingsection
‘Flight Simulator 2020’ es un juego que nos ha encantado, simple y llanamente. Microsoft ha hecho un trabajo espectacular recreando nuestro planeta, los aviones, las cabinas, los paisajes y las físicas propias de un vuelo, y aunque nosotros hemos experimentado algunos problemas propios de una versión de pruebas, como tiempos de carga altísimos, el juego apunta muchas maneras. Es un juego que, con total seguridad, hará las delicias de los más apasionados del mundo de la aviación y de los simuladores de vuelo.
Ahora bien, no es un juego para todos los públicos. Si bien a los más experimentados les encantará y les permitirá sentirse dentro de un avión, los usuarios más amateurs posiblemente se sientan un poco sobrepasados. Son muchas cosas a tener en cuenta, la curva de aprendizaje es exagerada y jugarlo en modo fácil (con asistencia de IA) puede resultar aburrido. Eso no es ni mucho menos malo, simplemente es un juego de nicho enfocado a cierto grupo de jugadores.
Con todo, la experiencia de vuelo es fantástica. Puedes volar a donde quieras, conocer el mundo y sentirte libre de explorar cada rincón del planeta. ‘Flight Simulator 2020’ se lanzará el 18 de agosto en tres ediciones que van desde los 69,99 euros a los 119,99 euros, siendo las diferencias la cantidad de aviones y aeropuertos a los que tendremos acceso. Estará disponible en Game Pass y nos han confirmado que el juego tendrá soporte para realidad virtual, así que amantes de la aeronáutica, algo muy grande está cerca de aterrizar.
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